lunes, febrero 13, 2006

LA TIERRA PROMETIDA DE CALVO

Palabras de presentación de la exposición Instintos del Monte
Por Eusebio Leal Spengler
Historiador de la Ciudad
3 de Diciembre 2004



Es sumamente grato poder en el día de hoy, realizar la apertura oficial de esta preciosa muestra que bajo el titulo Instintos del Monte reúne una selección muy preciosa de su obra.
Quisiera también decirles la intensa emoción que nos causa en la soledad de esas horas cuando todavía no se había realizado el acto inaugural de no solamente ver, sino de penetrar en el universo secreto y misterioso de su trabajo. En el indudable preciosismo de su obra como artista en el sentido mas exacto y mas profundo de la palabra.

Precioso no solamente en la forma sino en el fondo, precioso en la búsqueda de ese retrato verdadero de lo que somos o fuimos tras el cual la humanidad vaga desde el paraíso que tuviese en Palestina o en África hasta hoy, y esa búsqueda de lo real y de lo exacto pasa por nuestra conciencia actual de que ninguna explicación de lo cubano será nunca cierta si prescinde equivocadamente de verse cara a cara con el mundo africano, quiere decir también con el mundo cubano, esa explicación de la realidad no viene solo de un llamado de la sangre, sino de una apelación intensa de la cultura, por que esa cultura desde el momento en que el país se convirtió también en la tierra de otros y no solamente de los padres iniciales, los indígenas que desde isla en isla descendieron desde el Amazonas sobre las cuencas del Amazonas y el Orinoco hasta las antillas mayores y se detuvieron aquí ante la inmensidad del golfo.

Fue otra, cuando las naves dejaron en la costa a los sobrevivientes africanos del tránsito atlántico, mucho decía José Luciano Franco uno de los olvidados historiadores cubanos, que corrieron infinitamente liberados ya del yugo material creyendo que hacia el poniente se encontraría una vez mas el continente, ignoraban el mar que nos une , que nos separa y que hace del archipiélago una isla no solamente en lo geográfico sino también como bastión y valuarte de sueño y digo archipiélago hoy con peso por que él es de la otra isla de la que nos otorgaría el derecho de considerarnos islas y no una sola, Cuba.

Lo que ocurre es que la cubanía lo abarca todo, todos esos peñones e islotes aun la isla de San Juan Evangelista, La Isla de Pinos, La Isla del Tesoro, la Isla de la juventud de la cual el es un exponente.
En su maravillosa cura Argel Calcines con bellas palabras dice lo que ha significado precisamente la Isla para el, donde la gente no envejece.

¿Qué es la vejez? Empezamos a sentir sus asechanzas donde faltan fuerzas para grandes empeños ¿Y cuando se es joven? Cuando se tiene capacidad de amar y de ver, entonces no importa el paso de los años, había que recordar a Juan Ramón Jiménez cuando evocando a su madre le dice –Los años, como las olas del mar parecen que te mudan, pero siempre resultan igual al paso de mi alma y aunque ese retrato que evoque en mis primeras palabras que no es ya el espejo de Narciso, estamos hoy en esta preciosa muestra de pintura, donde lo africano con todo el peso deslumbrante de su dignidad se presenta ante nosotros, se presento ante mi cuando Boni de Ife llego a Cuba y vino a la Habana Vieja y se reunió en la casa de África con los representantes de la comunidad Africana descendiente de los Tatas y de los Gobbas de Nigeria que tuvieron su reunión en aquel lugar venia también el director , el rector magnifico de la universidad de Ife , cuando escucho hablar en voces de plegarias a los orichas cubanos , a los mismos que Pier de Ger había descubierto durante su viaje a Cuba hace casi de medio siglo, a los mismos que Fernando Ortiz interrogo con dramática premura por su edad en la casa de L .

A los mismos que narraron en Matanzas junto a la gran laguna a Lidia Cabrera el misterio de su ascendencia cuando dijo-Vino el Onix y escucho el rector hablar a los ancianos, dijo estas voces vienen de lo mas profundo del continente.

Solamente le estudio etimológico de sus vocablos puede ser identificado, la poesía esta viva como si no hubiese existido el tiempo cuando termino su alocución lo ancianos fueron a besar la rodilla y el pie de Onix y se reconciliaron con su pasado.

Hasta que la liberación de los años 60 hizo nacer las nuevas naciones, nuestra adolescencia estuvo llena de los recuerdos de los nombres de los grandes héroes de la lucha africana, oímos hablar de niños de Onotenyata, ya más jóvenes de Secuturé, de Juan Negrura. De todos los que lucharon allá, cuando fueron los primeros marinos cubanos al África y llegaron nuestros primeros embajadores, muchos recibieron cauris, para que lo trajesen a sus descendientes en la Habana refugiados en Guanabacoa o en la bahía de Matanzas y cuando conversaba con el camafeo de ochosi, el gran personaje de las novelas de Jorge Amado en San Salvador de Bahía me recordaba que la mitad de la familia Bahiana estaba en la Habana y que estaba inmersa aquí en nuestra realidad, la vio Mesa en los valles del día de reyes en la plaza de San Francisco, la vio Miale en su espectacular grabado frente los jardines del Castillo de la Fuerza, pero sobre todo lo vieron dos grandes figuras, Fernando Ortiz y Lidia Cabrera, blancos ambos, demostraron que para descubrir el misterio no era una cuestión de raza ni de ascendencia racial y carnal sino que venían en otra sangre misteriosa e incolora que no era ni azul, ni blanca, ni roja era un lenguaje superior, así descubrimos en esta obra de Calvo el amor infinito, felices los que aman pues ellos verán en África o en cuba la tierra prometida.

Muchas Gracias

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