domingo, febrero 12, 2006

UN CUENTO CHINO O CÓMO SE PINTA UN GALLO

Por Francisco García González

Cuenta una leyenda china que, en cierta ocasión, un emperador hizo traer a un maestro al palacio para que le pintara un cangrejo. El pintor, que sabía de su oficio, pidió casa, criados, manutención y diez años de plazo. El emperador aceptó. Entonces, agotado el plazo, el maestro se sentó delante de una tabla, tomó el pincel y de un solo gesto pintó el cangrejo más perfecto que jamás existiese. Había valido la pena esperar. El emperador era dueño, simplemente, del cangrejo que encarnaba a todos los cangrejos posibles.

Pero la anécdota anterior es eso: un cuento chino. Cuento que al final tiene que ver. Y mucho.
Gallos, retratos, naturalezas muertas y diablitos brotan torpes, graciosos, ingrávidos como románico. Una fiesta detenida, en el sentido policial, o apresada por los límites y la sospecha de la creación. La profusión iconográfica en Rafael Calvo es como en la propia vida o en el Eclesiastés: lo que es y fue, será como hasta el final de los días. Desde Landaluce a la vanguardia. Y de ésta a la actualidad, el arte cubano dispone de una exigua cantidad de arquetipos.

¿Cuánto ha tenido que esperar esta figuración falsa o sospechosa? El largo, y sobre todo, tortuoso camino hacia ella ha sido a la inversa. Calvo, prisionero infinito de la línea, luego de fotografiar, como tesis de grado, a varios príncipes africanos con sus respectivos vasallos en busca de marcas tribales que incluían significados y significantes, se lanzó hacia una abstracción en la que daban pelea el kitsch y el masoquismo por igual. (Lo primero por lo de la invitación al consumo encerrada en frases de las que gustan y reconfortan, y siempre se esperan: “!Ay qué lindo!”.Y el masoquismo por la técnica y la factura: haga un grabado sin los implementos, materiales y demás requisitos, y encima imprima cuños, tantos como una mega empresa durante varios años de trabajo, o trace líneas hasta darle vuelta al Ecuador. Buena trampa eso del oficio).

El maestro chino resolvió su cangrejo, o el del emperador, con solo una pincelada. Por cautela uno nunca debe dudar de las historias chinas. De allá vienen el té, el Tai Chi, el culto a la paciencia , la pólvora , el kongfú, el arroz frito, la acupuntura, el tao y la pomada china. Estoy seguro que todo eso estaba en el crustáceo del emperador .A miles de kilómetros en el tiempo y el espacio la figuración de Calvo, nos asegura él mismo, esta emparentada con el misterio del arte oriental. Si de la abstracción vamos en busca de un gallo en el que descubriremos algo del cangrejo del emperador, no esta mal el viaje de vuelta.

Quince años después de adentrarse en los laberintos de la abstracción, No pita figuras de un solo trazo. Las cartulinas, o lienzos, quedan impregnadas de bandas de luz dignas de Rabo Karabekian en su etapa minimalista. (Qué curioso, ahora que lo recuerdo, Kurt Vonnegut en Barba azul, una biografía de este artista armenio, nos explica el tránsito del realismo a la chorreadera de posguerra y de ésta al minimalismo y de éste último de nuevo a la figuración. El pintor caminaba en círculo. Tampoco él estaba libre). Ya sobre la luz, Calvo comienza literalmente, a soltar el alma. En cima de las bandas luminosas le toca el infinito camino de las líneas a carboncillo, plumilla o pincel.

Este es el pesado trabajo que palpita en cada obra humana. A Sacher-Masoch le hubiera gustado vérselas con una de estas piezas a medio hacer. Lo maltratarían tanto como su severa esposa. Sin hablar del disfrute. Del misterios al gozo. Cómo no disfrutar: comienzan a surgir, línea a línea, cientos de miles de líneas, sobre la luz, gallos, diablitos, búcaros. Así durante varias semanas. Calvo a diferencia del maestro chino es un prisionero de la línea.

Aunque Calvo a emprendido un camino de vuelta al revés, la abstracción es carga pesada que siempre se las arregla para cobrar lo suyo. Es el viejo truco de las vanguardias convertidas en recurso como cualquier otra cosa. El gallo, el búcaro o el rostro semejan paisajes vistos desde gran altura. Es el universo íntimo del autor. Si el pintor del emperador viajaba mente adentro, nadie como Calvo ha volado más sobre el tramo del caribe que colinda entre cuba y la Isla Evangelista. Y cada viaje es un tráfico de pasiones de un lugar a otro. Un tráfico bajo la luz sobre la tierra.

Al final un hombre también es los cuadros que pinta, da lo mismo un gallo, un pez, una silla o un conejo. No importan el disfrute o la penitencia y la angustia de la creación o por qué se pinta. Delante de una obra y sus huellas, importan solo la línea y la luz. El camino que se dejó atrás es eso: cuento chino, por mucho que tenga que ver.

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