lunes, febrero 13, 2006

“Obra de amor infinito”


Por Jorge Rivas
Periódico Trabajadores


Así calificó Eusebio Leal la creación de este joven artista que realizó las obras que conforman los premios del X Concurso de Poesía Regino Pedroso.

“Descubrimos en esta obra el amor infinito. Felices los que aman pues ellos verán en África o en Cuba la tierra prometida”, expresó Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de La Habana, al dejar inaugurada una de las más trascendentales muestras (Instintos del Monte) del reconocido pintor, dibujante, ceramista y fotógrafo Rafael M. Calvo González, joven creador que este año realza con su obra los premios del Concurso de Poesía Regino Pedroso, los cuales serán entregados en ocasión del Día de la Cultura Nacional.

Los ganadores de esos lauros y del Premio extraordinario por el aniversario 35 de Trabajadores, podrán disfrutar, a través de los dibujos especialmente concebidos y donados por él para esta ocasión, del “universo secreto y misterioso”, al decir de Leal, de la producción artística de Calvo: “Es indudable el preciosismo de su obra como artista, en el sentido más exacto y más profundo de la palabra. Precioso no solamente en la forma sino en el fondo, precioso en la búsqueda de ese retrato verdadero de lo que somos o fuimos, tras el cual la humanidad vaga desde el paraíso que tuviese en Palestina o en África hasta hoy”.

Basado en los estudios folcloristas y etnológicos que este artista realizó en su natal Isla de la Juventud, investigaciones de las que se valió de los testimonios de algunos jóvenes africanos que cursaron estudios en ese territorio, surgen las narraciones de estas obras recreadas —a través de una rica y noble imaginería— en un fenómeno cultural de intensa fecundidad en la formación y desarrollo de nuestra cubanía. Impregnándole a sus dibujos esa hondura de pensamiento que le caracteriza, trenzado de una personalidad en la que también se funden nobleza, humor y compromiso, con el tiempo y la historia en que le tocó vivir, Calvo devela, con desenfadada libertad creadora, las técnicas rítmicas del primitivismo africano. Tanto en sus tintas sobre cartulina como en sus medianos y grandes formatos de carboncillo sobre lienzo, logra toda una reducción sintética del naturalismo afrocaribeño, cuyos mitos se debaten entre su naturaleza figurativa y una evidente tendencia abstraccionista.

Sobre su obra, la destacada poetisa Nancy Morejón precisó: “Calvo lleva en su sensibilidad un camino que se bifurca en dos islas o, más bien, que ha querido situarse —por elección y por derecho propio— en una suerte de balancín mecido entre una isla inmensa (Cuba) y una isla breve (Isla de la Juventud). En ese espacio prometedor —rodeado de ensueños por todas partes— asoma su buena cabeza un arte tan original como conmovedor, tan fino como taciturno, pues lleva en su entraña aguas y máscaras lavadas, en un magistral juego de luces y sombras, asentadas todas en tierras que el artista junta para nosotros que venimos desde muy lejos, como su oficio ha declarado con tanta hermosura en esta muestra”.

Por su parte, el periodista y crítico Argel Calcines, editor de Opus Habana, subrayó: “He tenido el privilegio de verlo inmerso en el proceso de creación cuando, esbozados previamente, esos fetiches van siendo dotados de energía por el pintor, una energía que transmiten sus dedos mediante el empleo tenaz del carboncillo hasta conseguir efectos que nos compelen a intuir y respetar lo oculto.

“Todo sentimiento -desde el miedo hasta el gozo- es expresado por Calvo mediante un arte que, en el borde entre lo abstracto y lo figurativo, se torna deliberadamente oscuro para subrayarnos la profundidad del ser humano, el inconsciente, las emociones… los instintos del monte”.

“Ya se hace ostensible un estilo Calvo. Y ello es ganancia neta para el artista y el arte cubano que se alegra de saber cómo Calvo dinamita ciertas formas de percepción simbólica en el plausible afán de resaltar el signo, la sugerencia y las nuevas posibilidades de expresión por encima de los lugares comunes”, enfatizó la crítico y especialista del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, Virginia Alberdi.

“A veces no se qué admirar más en el artista, si su obra o el hecho de ser hijo de los valores de generosidad, de desinterés, inculcados por la Revolución. Cuando se conocen las obras que ha entregado a alguna casa de abuelos, a la Central de Trabajadores de Cuba, a la Asociación de Economistas, a dependencias de la aduana de la República, a la administración del Poder Popular, o su trabajo en la creación de un mural de cerámica en Pinar del Río, nos damos cuenta de que la mercantilización que ha tentado a otros, no ha tocado las virtudes, el amor por el arte, de este joven”.

Así expresó Rolando Rodríguez García, asesor del Consejo de Ministros, y vicepresidente de la Fundación Cultural y Científica Iberoamericana José Martí, de España, a la que Calvo donó su obra sobre Martí, expuesta, junto a otras piezas suyas, en el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, y que fue parte del premio anual que en el 2003 entregó aquella institución a la doctora Concepción Campa, directora del Instituto Finlay y descubridora de la vacuna antimeningocóccica.

Así son este joven creador y su obra, la cual honra esta décima edición del Regino Pedroso, cuya convocatoria cierra este 31 de agosto.

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